"El arte es un paso desde lo visible y conocido, hacia lo desconocido." Kalil Gibran

jueves, 21 de junio de 2012

Hacia ningún lugar

Diseño 3D y fotomontaje. Fotografía de base de mi amigo "Rodoluca". Gracias Rodo !!!


Perder el rumbo, lamentablemente, suele ser más común de lo que uno se imagina, y muchas veces, sin embrago, tiene menos gravedad de la que se le atribuye. El tema radica en que solemos dejar que sea “la vida” la que tome las decisiones por nosotros, y terminamos adaptándonos a las circunstancias. Proyectamos nuestros deseos de futuro en el presente, y nos olvidamos del presente mismo, y la consecuencia de tal ansiedad, nos termina devolviendo la frustración de aquello que no pudo ser.
Desear es, muchas veces,  inventar una visión y perder el contacto con lo puramente visible, lo que está ahí, ‘lo que es’. Vivir en el deseo significa olvidar el presente, generar una ansiedad constante de posibilidad placentera. Este es un razonamiento muy ligado a la dialéctica del existencialismo. El Existencialismo fue  una corriente filosófica que surgió como reacción contra la filosofía tradicional, y que se centró en el análisis de la condición y de su existencia, de la libertad y la responsabilidad individuales, y de las emociones y significados de la vida. Para esta corriente del pensamiento, son los actos de cada individuo los que determinan quién ese individuo “es”, y no actuar resulta en una manera de no “ser”, o de dilatar el “ser”. Grandes artistas, de diferentes disciplinas, plasmaron estos planteos existencialistas. Por ejemplo en la obra de teatro del absurdo, “Esperando a Godot”, de Samuel Beckett, se simboliza ese tedio y esa “carencia de significado” de la vida humana -tema recurrente del existencialismo-, a través de una trama planteada intencionalmente repetitiva y recurrente. Esperar a Godot supone dejar de vivir, asentar en la imaginación la cuerda del tiempo, distrayéndonos del camino real que nunca llega.
Hermann Hesse, en su “Lobo estepario”, expone una situación en la que el protagonista se encuentra sumido en un dilema de identidad, con dos almas viviendo dentro de él: un lobo y un hombre, contraste entre virtud y humanidad. O en películas como “El séptimo sello”, “Gritos y susurros” y “Fanny y Alexander”, de Ingmar Bergman, se usa el “pretexto” de argumentos de ficción para dar lugar a reflexiones existencialistas de fondo.


2 comentarios:

Cayetano dijo...

Una corriente a la que yo me sumé de forma entusiasta como lector cuando era un joven universitario con inquietudes. El problema estaba en que después de leer a Hesse, Camus, Sartre, Beckett y Kafka acababa uno con la moral por los suelos. Y por si fuera poco, Godot nunca vino.
Un saludo.

Patzy dijo...

Je! Tú también lo sigues esperando???? Caramba! Jeje!! Puede que te hayan dejado "la moral por los suelos", pero qué bellos momentos habrás vivido, como yo, como otros tantos lectores de los autores que mencionas, cafés de por medio, discutiendo con amigos de la universidad hasta vaya a saber qué altas horas de la noche, verdad? No cambiamos nada, o muy poco, pero lo disfrutamos mucho...y no es gratuito que, a la larga, en alguno de estos sitios del ciberespacio, nos encontremos para seguir planteandonos las eternas preguntas. Un abrazooo Cayetano.

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