No quiero ser una más

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Así como en la película “Thel wall” hay una escena memorable que muestra una fila de niños marchando con sus caras inexpresivas y homogeneizadas hacia una máquina picadora de carne, metáfora visual con la que se expresa la crítica a la educación “masiva” de nuestros tiempos, siento que las mujeres también estamos permitiendo que, día a día, sea mayor el número de nosotras que genera este tipo de “imágenes” con algunas de nuestras conductas cotidianas. Lastimosamente, y no obstante ser conscientes de las luchas que debimos afrontar para alcanzar algunos de los beneficios que disfrutamos en este siglo XXI, estamos también siendo testigos de la conformación de “filas” de mujeres retrocediendo con beneplácito a la masificación y a la pérdida (o al menos al riesgo de pérdida) de nuestras cosechas como género y de los logros alcanzados. Qué herramienta, qué “martillo”, nos está empujando a la “máquina pica mujeres?” Sin duda nos convertimos, la mayoría de las veces, en nuestras propias enemigas…Algunas actitudes que juzgamos como “superadoras”, no hacen más que hundirnos en nuevos estereotipos que juegan el juego contrario del que creemos estar jugando. Y no es que no haya otra salida, sino que encontramos la felicidad optando por el camino más fácil, y nos volvemos a convertir en “instrumento” o en “trofeo” del logro ajeno. Que exista la belleza, no es un pecado, al contrario, debería ser para nosotras un estandarte, un sello identificatorio y destacado de nuestra naturaleza, pero que sólo la belleza resulte triunfadora frente a cualquier otra virtud, preocupa, porque ahora lo aceptamos con el permiso tácito de nuestra conciencia…Antes, no habíamos tenido la oportunidad de “ser”, pero hoy, sabiendo quiénes somos, nos entregamos al juego “destruye cerebros” porque “ganamos más” con menos esfuerzo…y blandimos una sonrisa “boba” mientras nos tildan de “botineras” o nos identifican bajo el slogan de “billetera mata galán”. Algunos lo llamarán astucia, a mi me produce vergüenza ajena.