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Ay, el paso del tiempo! Por qué le tememos tanto? Si sabemos que la vejez, inevitablemente, es una etapa más de nuestra vida, tan natural como lo fueron la infancia, la adolescencia y la adultez, y que a viejos llegaremos todos! Nacemos, crecemos, aprendemos pero, al mismo tiempo, festejamos cumpleaños, y ese festejo va mucho más allá de soplar unas cuantas velitas, porque con él nuestro cuerpo va sufriendo cambios, externos e internos, que nos llevan a viejos.
A veces pareciera jugar en nuestra contra el hecho de que cada vez se marca más una especie de culto a la juventud, a lo nuevo…todo se mueve tan vertiginosamente a nuestro alrededor que, aún sin ser ancianos, solemos sentirnos abrumados por algunos cambios.
Juventud y belleza se convierten hoy en virtudes opresivas, y si nos dejamos llevar por el frenesí de las publicidades de cremas antiarrugas, de tratamientos, de cirugías y de tanta locura suelta, estamos perdidos.
La aparición de las primeras canas resulta traumática para muchos que, a pesar de ser conscientes de que pasados los 40 entramos en un proceso irreversible, acompañado de muchísimos cambios visibles, tanto biológicos, como sociales y psicológicos, verse allí, en la blonda (o azabache) cabellera, unos pocos pelitos blancos, hace que descarguen contra ellos la furia de lo irremediable, aún desoyendo las voces agoreras que pronostican que “si te quitas uno, nacen 7”! Nada importa, hay que ocultar todo signo indicador de que hemos vivido, lo que hemos vivido.
Minimizamos o desoímos ciertas ventajas de nuestra generación respecto de otras del pasado, o no es acaso importante que la esperanza de vida en los últimos siglos haya aumentado en más de 20 años? Si muchos de nosotros hubiéramos vivido, por ejemplo, en el siglo XIX…ya nos habríamos muerto!
La juventud eterna sigue siendo una cuenta pendiente de la ciencia, pero lo peor que hacemos en la espera de tal panacea, es perder el verdadero valor de los conocimientos adquiridos en nuestro ejercicio de la adultez.
Justamente mi abuela decía, con la sabiduría de los ancianos, que “se es joven o viejo por calidad de esencia, y no por cantidad de existencia”. Ahora, cómo mantenemos esa calidad de esencia?, correrá por cuenta de cada quién.
A mí me gusta jugarme por el disfrute de la vida y en cada etapa. No pretendo ser quien no soy, ni serlo cuando ya no me toca. Si me han quedado cuentas pendientes de la adolescencia, seré carne de diván o, mucho más económico, asumiré las tantas otras ventajas que trae aparejado un cambio de ciclo que, incluso, hasta podrían subsanar o superar las expectativas incumplidas de tiempos idos. Ya bastante tenemos con estar cada día sumergidos en el stress y el ritmo alocado de los compromisos, como para seguir “abrochados” a las consecuencias que el giro acelerado de las manecillas del reloj pareciera querer apropiarse de nuestros regocijos. O prefieres continuar en esta loca carrera contra el tiempo?
8 comentarios:
Patzy, expresaste muy bien el sindrome de la eterna juventud que se ha agravado en las últimas décadas. El ser humano con el avance tecnológico y científico, se ha subido al caballo de la omnipotencia, y el terror a la muerte debe ser conjurado a cualquier precio. Ante los primeros signos de vejez hay que actuar rápido, incluso anticiparse: las cirugías estéticas, los liftings, son cada vez más precoces; las demoledoras clases de gym; el seguir vistiéndose como pendejo, cuando ya el aspecto no da... Hay un vacío de adentro, un miedo al fin, un no aceptar que somos finitos y que se tapa con todo lo que el afuera ofrece, como en un mercado persa.
Un gran abrazo
Mirella:
Has respondido con tan bello comentario que, te diría, quedó mucho más abreviado y bello desde lo conceptual que mi propio post. El que sabe, sabe. Una maestra de las palabras. Abrazoooo, y gracias por engalanar mi blog!
Como dices en tu entrada, vivimos más tiempo que hace siglos. El protagonista cervantino era un anciano que "frisaba la edad de los 50 años". Hoy sería casi un chaval, no un vejete acabado.
Yo no temo ni a la vejez en sí ni a la muerte, sino a lo que traen muchas veces consigo. Tengo miedo a la enfermedad, al dolor, a la incapacidad, al sufrimiento, a irme de este mundo de mala manera, haciendo sufrir a los demás. Lo restante me importa poco. Hemos nacido de casualidad y algún día ese regalo de la naturaleza terminará, porque trae fecha de caducidad. Mientras tanto, seguiremos en la brecha haciendo cosas, dando guerra y comentando entradas de los amigos y las amigas de la blogosfera.
Un saludo.
Cayetano:
Me preocupa la misma cosa que a ti pero, a decir verdad, no pienso en ella...Sí pienso, sin embargo, si la muerte física es la muerte de uno en realidad...Por ejemplo, y que no resulte tragicómico lo que te diga: has pensado que si un día, tú o yo ya no estamos, quedarán estas palabras o tu manera de leer la historia...además de nuestra descendencia, claro! Pues son muy bonitas formas de perdurar...Gracias, y abrazoooo
Me parece que el temor al envejecimiento es una problemática que se arrastra desde un pasado bien lejano, ahora amplificado al hartazgo por cuestiones de negocios, que han simplificado el hecho a la apariencia externa, si te ves joven y espléndida retrasas tu partida y pierdes años de creatividad individual y colectiva a enchularte la máquina, generando que cuando partas no dejes historia.
Rodo:
Si, es un tema antiquísimo...nada más recordar a las antiguas bellezas y sus baños en leche, o en sangre de animales jóvenes...o vaya a saber cuántas otras cosas en pos de conservar la eterna juventud. Justamente, en mi blog de Italia, hace unos días posteé sobre un embaucador llamado Cagliostro, que vendía unas soluciones mágicas que te aseguraban perder "50" años de vida, rejuvenecerlos, claro!Pero hoy, como decís, se ha convertido además en un gran negocio que compran hasta las jóvenes de apenas 25-30 años!
NO SÉ QUE DECIRTE... A MI EL PASO DEL TIEMPO NO ME GUSTA PARA NADA. DICE UNA PSICÓLOGA QUE TUVE QUE YO ME QUEDÉ DETENIDA... JIJII. ES QUE ME NIEGO A ASUMIR EL TRANSCURSO DEL TIEMPO PORQUE EN ALGUNOS CASOS SUELE SER CRUEL.
DEBERÍAMOS NO HACER CASO Y DISFRUTAR DEL PRESENTE, PERO A VECES LA CABEZA TEJE Y DESTEJE.
UN BESITO
ME ENCANTÓ LA FOTO DEL GRAN POETA. ES UNA GENIALIDAD Y LO MUESTRA EN SU ESENCIA.
Luján:
Bueno, al menos lo analizás en terapia y, espero, no se te dé por las cirugías! Cuando se tiene mucha vida interior como en tu caso, el tiempo no es que no pase, es que es tan pleno, que siempre parece el mismo porque se lo disfruta de todas maneras. Un abrazoooo (y sabía que te iba a gustar la ilustración de Rimbaud, a mí me dió la sensación de que estaba excelentemente retratado, como uno lo imagina que era).
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